lunes, 24 de noviembre de 2014

44 Mujeres asesinadas y mucho daño colateral.




A poco más de un mes de terminar el año y en el momento en que escribo esto,  cuarenta y cuatro mujeres han muerto a manos de hombres que nunca supieron el significado de palabras como: querer, amar, respetar, acompañar, ayudar, comprender, ceder, conversar, negociar y disculpar.  Contando que el año tiene 365 días quizás a algunos les pueda parecer que no son demasiadas. Pero todo es tan relativo. 

Si todas estas mujeres tenían al menos un hijo, 44 criaturas de diferentes edades se han quedado huérfanos de madre. Y tendrán que afrontar que su padre, una de las personas que se suponía más les quería y debía proteger, se ha convertido en un monstruo para ellos. Por tanto no creo que sea disparatado afirmar que también han perdido a un padre.
Estas 44 víctimas de violencia de género han dejado un vacío, una herida y están siendo lloradas por 88 seres humanos más. Sus madres y padres. Ya me suman unas 135 almas destrozadas.
Si añadimos abuelos, hermanos, cuñados, tíos, sobrinos, primos, amigos, compañeros de trabajo y vecinos, la cifra de personas que han visto desgarrado su corazón podría afectar, calculando por lo bajo, en torno a unas 500 personas. Visto así, sobrecoge. Se imaginan, por ejemplo, el gasto que supondría tener que darles apoyo psicológico a todos. Porque unos se repondrán antes o después, otros jamás. Aprenderán y asumirán que tienen que seguir viviendo, no les queda otra, pero no volverán a ser nunca los mimos. Una muerte tan violenta, a manos de quienes esas mujeres eligieron para recorrer sus caminos, resulta injustificable y causa daños colaterales e indefinidos en todo su entorno.
Por tanto me parece justo y sensato decir, que en 2014 no solo hemos perdido a 44 mujeres que tenían mucho y todo el derecho a vivir. Hemos malogrado la sonrisa,  ilusión, alegría y energía vital de quienes convivían con ellas.

Señalan los profesionales que intervinieron los días 19 y 20 de noviembre en el XII Congreso sobre Violencia contra la Mujer, organizado por la Diputación de Alicante, que "hemos avanzado mucho en estos últimos diez años, pero todavía hay grandes desigualdades de género. Es necesario educar desde edades tempranas en igualdad, y gestión de las emociones. Las mujeres también tenemos responsabilidad en la lucha contra los estereotipos. La educación es la esperanza en la lucha contra la violencia de género. Profesionales, administraciones y medios de comunicación tenemos que combatir y concienciar sobre esta lacra social. Hay que crear programas de prevención e intervención más efectivos. Y revisar las medidas civiles, penales y sociales de protección a la víctima.

A principios de año la mayoría de nosotros, al igual que las instituciones y organismos públicos, los partidos políticos, los medios de comunicación, las asociaciones y las empresas, acostumbramos a realizar un planning de futuros objetivos, actuaciones y retos.  Yo propondría colocar la violencia de género en los primeros puestos. Se imaginan cómo nos sentiríamos si en 2015 el resultado total de muertes de mujeres por violencia de género fuera cero. No olviden nunca que el silencio nos convierte siempre en cómplices.





 

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